¿Os imagináis sentaros, calentaros o guardar la ropa en bombas?
Pues dejar de imaginar, ya que el escultor estonio Mati Karim lleva casi una década recuperando antiguas minas rusas para convertirlas en chimeneas, sofás y hasta inodoros. Una reutilización creativa de las bombas decomisadas que dejó atrás el Ejército Rojo durante su retirada de los países bálticos a principios de los años 90.
Poco a poco, el escultor se hizo con más bombas decomisadas, procedentes principalmente de la costa norte de Estonia, donde durante años sirvieron de protección para el imperio soviético. Hoy prefiere mantener una producción pequeña para preservar su caché como objetos de fetiche. “No suelo producir más de 10 al año”, afirma.
Los muebles, de alguna forma, son una muestra de los complejos entramados históricos que han dominado las relaciones entre Estonia y Rusia, pero Karmin insiste en que su intención no ha sido política. “El mundo está demasiado dominado por la política. No me interesa”. Más de 100.000 personas se han acercado a ver estos muebles, durante una exposición celebrada en el Retretti Art Centre (Finlandia).
Qué originales las chimeneas! aunque a mí igual me daba un poco de mal rollito tener una bomba en mi salón, que a saber a cuánta gente ha hecho daño...
ResponderEliminarEn la última foto, qué es lo del medio? que son como tres unidas...
Es un lampara.
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